El orgullo de los Gurlitt: Conexión Ripley

por Carlos Abascal Peiró


Suzanne Flon, Alain Delon

Suzanne Flon, Alain Delon

Cornelius Gurlitt, el único hijo del opaco coleccionista alemán Hildebrandt Gurlittafirma «haberlo entregado todo».  En su espacioso y muy caótico domicilio muniqués, los agentes del Departamento de Aduanas bávaro empeñaron tres días y tres noches en localizar varios Chagall, algún que otro Matisse, acuarelas y dibujos de Courbet, Renoir, Picasso o Klee. En suma, casi 1400 obras cuyo rastro se perdía en la neblina de aquel continente fantasmal que inauguró el otoño de 1945. Gurlitt padre era remotamente judío y, sin embargo, se convertiría en uno de esos tratantes cuyos canales empleó el nazismo para liberar un stock que, antes del conflicto, habitó los viejos museos de entreguerras. Arte degenerado, según el eufemismo hitleriano que designaba la producción de vanguardia. Años después, los no tan famosos monument men  —un novelesco destacamento aliado que se ocupó de tasar y localizar el arte expropiado por el Tercer Reich—confiscarían su colección para, tras dar crédito a la versión del marchante, devolverla a su muy burgués apartamento del barrio de Schwabing, Munich. Hoy la policía alemana se muestra convencida de que los Gurlitt sobrevivieron gracias a los réditos clandestinos de su particular despensa. Entre otras cosas.

El tema da para un póquer de relatos y, excusas que uno baraja, otro regreso a la obra de Patricia Highsmith, de su admirado e inteligente y algo agrio Graham Greene. Desde la diminuta terraza de un bistrot de la Rive Gauche, y antes de tomar el primer expreso para Laussanne, donde hallarían su cuerpo velado por dos gatos, la autora que bautizó a Tom Ripley quizá hubiese subrayado el dato sobre el papel de un semanario parisien, del mismo París ocupado y sombrío que —en la diáspora, la primera shoah— alimentó el catálogo de Gurlitt. Esa ciudad que, a fin de cuentas, protegió y vio morir al ladino y tan fascinante «Monsieur Klein» (1976) de Losey y Delon, o un Gurlitt sin fortuna.

Las conexiones Ripley, ese deporte.

Estupenda actualización del tema a cargo de Der Spiegel y publicada posteriormente en El País (28/12/13). Aquí.